Una semana antes de mi madre partir a la presencia del Señor, Dios me llevó a leer esta carta del apóstol Pablo a los filipenses. Casi finalizando la misma, me detuve en este pasaje que se convirtió en mi roca fuerte donde sostenerme emocionalmente. Cada versículo me sirvió, como preparación para el dolor por la pérdida, que me sobrevendria. Nadie se prepara para perder a seres queridos. Sólo la Palabra tiene la fuerza y el poder para consolarnos por anticipado, ya que es el aliento del Dios vivo sobre nosotros.

¿Habrá algo más fuerte que pueda ir en contra de Dios? Nada lo puede lograr. Su paz es inentendida por los eminentes de este mundo. Quienes amamos a Dios podemos experimentarla, porque es fruto del Espíritu Santo. Así que ella podrá cuidar tu corazón y tu mente, en este largo pero seguro caminar en Cristo.

No te dejes llevar por el temor ni permitas que los negativos y paranoicos a tu alrededor, perturben la paz que Dios ya te ha dado. Ella es señal de que que Dios está a tu lado y te aprueba en la toma de decisiones difíciles. Necesitamos tanto experimentar su paz para quedarnos quietos y esperar en Él. Jesús resucitado les pronuncia tres veces a sus discípulos la palabra Shalom, cuyo significado es paz. Ellos morían de miedo al pensar que podían morir luego de la crucifixión del Señor. Él llegó hasta el lugar de su miedo como ahora llega hasta donde tu estás y te dice: «Mi paz está contigo».

Eso fue lo que yo sentí cuando finalmente mi madre murió, me dolió, lloré pero luego sentí esa paz que no te la dá una pastilla o una toma caliente para poder dormir. Es Su presencia en ti. Un abrazo oportuno en momentos de adversidad. Es seguridad cuando más miedo o incertidumbre sientes.

Pide a Dios por esa paz para tu corazón en este tiempo. Recuerda que Él no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comenta y comparte con otros amigos y familiares el link de ésta enseñanza.

Feliz fin de semana. Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla