¿Por qué a mí?


Somos tan desagradecidos y olvidadizos de tantas bendiciones que nuestro buen Dios nos ha entregado. La salvación, la familia, la salud, una fuente de sustento, bendiciones espirituales y materiales por mencionar algunas. El Señor nos da mucho más abundantemente de lo que pedimos y entendemos, pero aún así la queja, el descontento y hasta el inconformismo, colman nuestras palabras en esos momentos en los que nos podemos llegar a sentir que Dios tiene cuentas pendientes con nosotros. Ante un momento así, tiramos la toalla y como coloquialmente decimos: «botamos el chupo» y nos preguntamos: ¿Por qué me está pasando esto a mi?

Dedico la entrada de hoy a todos los que inician su día con una desmotivación acumulada, que los lleva a renegar nuevamente contra Dios. Ayer tuve la oportunidad de tener un conversatorio con la pastora Ingrid Reyes. Una educadora y formadora de nuevas generaciones, a quien admiro de forma especial por el duro proceso que vivió con la muerte de su hijo y cómo el Señor pasados los años, la ha levantado, sanado y fortalecido emocionalmente. Desgarra el alma el sólo pensar en perder a un hijo y ser nosotros quienes los despidamos a la eternidad y no a la inversa como lo estableció el Señor.

Te invito a no perderte del programa Directo al corazón a través del canal cbintv de youtube.

Entonces porque nos quejamos tanto y nos preguntamos: ¿por qué a mí? La respuesta es simple: Porque Dios te ama y en su soberanía ha decidido formarte. Dios no está jugando ni haciendo ensayos contigo. Eres vaso en sus manos y la perfecta obra en tu carácter, aún no ha concluido. La frase con la que cierro cada entrada de este blog diario ha sido precisamente: «Dios no ha terminado contigo». Somos la obra maestra de Dios. Un día seremos presentados por el maestro y para su propio deleite, delante como una iglesia sin mancha ni arruga.

Dale gracias a Dios, en lugar de quejarte. Al escuchar el testimonio de pérdida de su hijo de la pastora Reyes, me lleva a pensar que en sus zapatos pudimos estar cualquiera de nosotros. La vida es corta y no conocemos el término de nuestros días. Lo más importante es saber que cuán largos, medios o cortos sean los tiempos, Dios estará con nosotros siempre. No vuelvas a decir: «¿Por qué a mí?» si no conoces quién más puede estar sufriendo un verdadero valle de dolor, que en nada se compara al tuyo. Cambia queja por alabanza a Dios y avanza, porque el Señor sigue puliendo y formando tu vasija.

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Pr. José Ángel Castilla

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