La paz es fruto del Espíritu Santo. Es ese estado de la mente y del corazón que nos da una tranquilidad y un reposo indescriptibles. Jesús decía que su paz no era como el mundo la daba. El apóstol Pablo la refiere como paz que sobrepasa todo entendimiento. El mundo no la conoce, por eso sólo experimenta: desasosiego, miedos, ansiedad y preocupaciones. Hay personas que hicieron de su vida, una intranquilidad permanente porque no han aprendido a descansar. Como no conocen la PAZ viven la vida a una velocidad, sólo confiando en lo que saben, corriendo y estresando a todo el mundo.

Dios en mis procesos me ha enseñado que debo esforzarme en algunas áreas de mi vida, pero por mucho que empuje, en mi tiempo y en mis fuerzas no conquistaré nada. Cuando nada sale como planeo o deseo, miro al cielo, levanto mis brazos, reposo en Dios y clamo. Su favor nunca ha dejado de acompañarme. No siempre las cosas se harán cómo y cuando quiero, porque ya no vivo yo, sino que Cristo Jesús vive en mí. Salomón en este pasaje de hoy, nos habla acerca del fruto de un corazón apacible. Es salud a todo el cuerpo, por dentro y por fuera. A diferencia del corazón celoso, controlador y envidioso que genera dolor profundo para quien lo padece, como para quien le rodea.

Los celos son propios de un corazón que no descansa, obsesionado en controlar. Ser víctima de celos, es aburridor, doloroso e insostenible para cualquiera. La gente no nos pertenece. No seas señor de nadie. No sometas a los seres que amas a tu escáner de control permanente. Busca la paz, reposa en Dios, renuncia en el nombre de Jesús a los celos, al control, y a la envidia, todos son malsanos para tu salud. Recuerda que el Señor no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación, cada vez que suba una nueva entrada. Bendice a tus amigos y familiares reenviando el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final del blog.

Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla