El título de la entrada de hoy, corresponde al nombre de la canción de la banda 33DC y que desde que la escuché por primera vez, no ha dejado de ministrar mi corazón. La letra de la misma es una declaración de fe en medio de la prueba y de la adversidad que todos podemos librar. La calidad vocal de este grupo de hermanos ministros de alabanza y músicos es increíble. Al escucharla una y otra vez el Señor me recordaba el pasaje del profeta Isaías donde me decía: Aunque pases por aguas profundas, «Yo estaré contigo». Sentirse en un océano de preocupaciones, ahoga el alma y nos hace fácilmente perder la visión. Sal de esa profundidad de angustia y de preocupación y llega a la orilla de la quietud y el reposo que el Señor quiere ofrecerte.

¿Cuántas veces le hemos creído más a lo fácil, a lo visible y a lo seguro? No damos pasos de fe y nos cuesta soltarnos de la seguridad momentánea del mundo, para agarrarnos de lo que Dios nos ha dicho. Él hará un camino, Él ubicará el lugar para trazarlo y luego allí pondrá un río. Ese será su trabajo, pero el nuestro será creerlo. Dios no está jugando y está trabajando permanentemente. Siente su tierna presencia que te rodea y acompaña en tu solitud. Su compañía será más fuerte que multitudes a tu alrededor. ¿A qué le tienes miedo querido lector? Renuncia a ese espíritu de temor y desconfianza y abrázate a la fe. Si tienes que atravesar ríos de soledad, tristeza, depresión o ansiedad, no te ahogarás. Si pasas por el fuego de la prueba de una enfermedad, tú o un ser querido, no te quemarás. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Cierra tus ojos y escucha esta hermosa melodía

Se va el temor, porque Su perfecto amor se encargará de echarlo fuera en el nombre de Jesús. No lo abraces, el temor es espiritual y es un espíritu inmundo que nos paraliza y mengua nuestras fuerzas. Recibe fuerzas nuevas, de parte del Señor. Suscríbete a mi blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de esta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla