La queja es algo que caracteriza el corazón de las personas, sobre todo cuando nada de lo que les sucede, es bueno según su perspectiva. Quien se queja no agradece las oportunidades presentes, ni tampoco el lugar a donde Dios lo ha traído. Siempre termina siendo para el quejumbroso y desagradecido con Dios, mejor el pasado. Enfrenta los cambios, con la fe puesta en Dios y no te quejes por las situaciones que no puedes controlar. Así le pasó al pueblo de Israel. Salió de Egipto y estaba en libertad, pero su corazón siguió en su mentalidad esclava del pasado. Dios mostró su Gloria abriendo el mar rojo, cambió las aguas amargas de mara en aguas dulces y ahora camina por el desierto de Sin. Pero a su parecer, lo que Dios hizo no fue suficiente para ellos, mostrando así la carencia de identidad, con un Padre bueno que nunca les falló. Comienzan entonces a quejarse y murmurar contra Moisés y Aarón.

Dar gracias no es un asunto fácil cuando el corazón se encuentra sumido en la incertidumbre. ¿Será que la queja nos ha llevado a olvidar las maravillas que Dios ha hecho en nosotros? Ama y bendice la ciudad donde naciste y el país donde Dios te ha permitido vivir. Oro que una sobrenatural intervención del Espíritu Santo, la veas reflejada en tu vida en ésta temporada. Que el Espíritu consolador tome tus lágrimas y llene tu corazón de su plenitud. Gracias por leer estas reflexiones que el Espíritu Santo me regala cada día. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla