Cuando Dios nos mira, lo hace a través del sacrificio y la obra perfecta de redención de Cristo Jesús en nosotros.
Esa unión con Jesús trae como resultado una vida conforme al Espíritu, libre de la ley del pecado y de la muerte.
Por lo tanto, tal y como lo explica el apóstol Pablo en su carta a los Romanos, en que ya no hay condenación para los que viven en Jesús, sino que se encuentran sometidos bajo el control del Espíritu Santo. Toda BENDICION Y VICTORIA, dependerá de esa UNIDAD con el Señor. Por el amor que Dios nos tiene, seremos formados y moldeados para parecernos más y más a Jesús cada día. Por eso es que el dispone todas las cosas para el «bien» de quienes lo aman. En ese propósito transformador del Señor vemos varios principios:

1. DARNOS DIRECCIÓN.

Dios habla con sus hijos y les revela por medio de su Palabra y del Espíritu Santo lo que necesitan saber. Uno de los grandes problemas del hombre, es no preguntar a nadie lo que no sabe. No tener clara la dirección, nos lleva a perder el tiempo.
Por eso es tan importante tener un tiempo diario de comunión con Dios. Él anhela traernos paz, ánimo y nuevas fuerzas, pero necesitamos buscar su presencia y escuchar su voz.

2. INTERCEDER POR NOSOTROS

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu SANTO acude a ayudarnos.
No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. En nuestros momentos de incertidumbre y debilidad podemos vaciar nuestro corazón delante de Dios y llevar nuestras luchas ante él. Aun en medio de la tristeza más profunda podemos confiar en Dios y en su bondad.

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Pr. José Ángel Castilla